En el Oeste Está el Agite
En el Oeste Está el Agite
Antes de empezar a escribir este ensayo pensé que lo mejor sería explicar o intentar definir, cosa absolutamente imposible desde mi punto de vista, qué representa un recital. La Real Academia Española define la palabra concierto como una “función de música en que se ejecutan composiciones sueltas”. Lógicamente, esta definición es meramente funcional. Extermina cualquier rastro de subjetividad o emoción de lo que realmente significa asistir a una función como tal. Intentemos recordar cuando Charly se baja los pantalones arriba del escenario, o a Jimi Hendrix prender fuego una guitarra en vivo. A partir de estas situaciones, ¿realmente podemos intentar definir lo que es un recital?
Considero que todo lo que se define, hasta cierto punto se limita. Lo naturalmente bueno, no puede definirse del todo. Que es definir, sino es decir la única cosa que realmente es y todo el resto de cosas que no es ni será aquello que estamos definiendo. No estamos hablando de conceptos puramente académicos ni tipologías para estudio, sino literalmente de un espacio donde todo lo que sucede sale de la mismísima pasión y vocación absoluta de los músicos. Una situación absolutamente mística donde se siente que todo es posible y la realidad espacio-temporal pareciera afectada. Personalmente, eso es lo que yo considero una pequeña introducción a un mundo absolutamente fantástico, como lo es la música y los shows en vivo.
Específicamente quiero que nos remontemos al 13 de mayo de 2023, cuando Divididos, se presentó en el estadio de Vélez Sarsfield luego de 30 años de no tocar en esta mágica locación. Por supuesto, esta gira fue totalmente especial. La banda celebró sus 35 años como grupo y ese concepto reinó en cada uno de los shows de la gira. “La Aplanadora del Rock”, uno de los grupos más importantes en la historia de la música argentina (y personalmente mi favorito, por cuestiones que veremos más adelante), volvió a la cancha de Vélez pisando más que fuerte.
Hay un dicho muy conocido en la épica de la nación argentina, que dice “el fútbol siempre da revancha”. Si bien, los universos del fútbol y la música están íntimamente relacionados en nuestro país, nunca vi una revancha tan dramática y exquisita como la que se dio en este recital particular. La primera vez que el Power trío se presentó en Vélez fue en 1994, luego de haber lanzado su tercer álbum, “La Era de la Boludez”. Ya desde el nombre, nos vamos haciendo una idea del concepto general disco. Joda, rock, folklore, pesadez y resonancia son solo algunas de las palabras que se me ocurren para definir (y con ello limitar) este espectacular disco. Volvamos al tema de la revancha. Año 1994 y Divididos se presenta por primera vez en el estadio, tras nada más 5 años de vida. Situación soñada, pero no por el grupo. En varias ocasiones se han referido a este recital como “llevado por el marketing” y se ha incluso tachado de fallado. Complicaciones técnicas con el tema del sonido, los llevaron a pensar este show como negativo. Diego “El Cóndor” Arnedo ha dicho recientemente en una entrevista lo siguiente:
“A diferencia de aquella vez, a este Vélez no lo trae el marketing, no está pensado desde la industria, sino que lo trae la vida. La vida nos regala este escenario y por eso es tan distinto” … “En el otro Vélez teníamos cinco años de vida y se dio un poco porque hicimos un disco, hubo buenas ventas, empezó a crecer el público y había todo un agite con nosotros. Hubo algo de marketing porque era lo que seguía tras el éxito del grupo”
En conclusión, un 2023 fructífero y especial era lo que necesitaba el grupo para dar el salto tan ansiado y domar a la bestia nuevamente.
Pero ahora, situémonos en el medio del campo de Vélez, donde tuve el placer de estar parado aquel 13 de mayo tan especial para mí. Creo que cualquiera que lea este intento de ensayo se preguntará de donde sale tanto amor por una banda “vieja” en una persona de apenas 20 años. Para explicarlo, es necesario que cuente situaciones y relaciones de mi vida que lograron forjar este tan poderoso fanatismo. Y eso mismo es lo que haré a continuación, parodiando las tipologías académicas de las cuales ya hablé al respecto.
Primero que nada, soy un melómano serial. Muy pocas cosas me apasionan tanto desde chico, como el mundo de la música. Si esto fuera un texto un poco más poético y yo me permitiese volar y exacerbar lo que me viene a la mente al escuchar música, podría escribir de forma infinita. Sin embargo, iremos a los datos más duros. Toco la guitarra desde los 9 años y pasé toda mi vida escuchando en el auto las canciones que ponían mis viejos en la radio. No puedo dejar de destacar la impresionante calidad de música que mis viejos escucharon a lo largo de su vida y tampoco puedo dejar de agradecer que me hayan transmitido esa impresionante sabiduría como una herencia a la que no iba a poder escapar. U2, Los Redondos, Soda, Charly, Spinetta, Serú Girán, Queen, Led Zeppelin y Divididos, son solo algunas de la inmensa lista de bandas que escuché en mi vida de la mano de mis viejos.
Este fanatismo disparado por ellos, fue el comienzo de una auténtica obsesión que me va a acompañar por el resto de mi vida.
Una segunda causa para explicar mi fanatismo por Divididos, es la idea utópica de triunfar como una banda. Ricardo, Diego y Catriel, han sido siempre la representación mental que yo tengo de una banda consagrada. Es la forma en la que yo siempre me imaginé que iba a triunfar con mi música. Un grupo de 3 simples amigos o conocidos que funcionan bien juntos y hacen lo que aman. Triunfar desde la pasión y no desde el interés económico. En pocas palabras, cumplir el sueño es lo que me mueve con ellos.
Finalmente, y reconozco que conquistado por la figura del frontman, la imagen de Ricardo Mollo. Oír las guitarras de este animal y las letras rasposas, metafóricas y cargadas de emoción, me conquistarán toda mi vida. “Todo está vivo a pesar del dolor, si me sonreís” dice la canción “Amapola del 66”. Escuchar este tipo de frases acompañadas de la base musical en el tema, no me hace pensar en nada más que arte y poesía. Es la expresión “Dejate de joder” constantemente (en el mejor de los sentidos).
Que una banda logré tener a gente 3 generaciones más jóvenes que ellos, gritando y llorando al compás de temas folklóricos, es algo totalmente inédito y absolutamente admirable.
Finalmente, me gustaría concluir este humilde ensayo, hablando un poco de la experiencia del recital en sí misma. Lo primero que quiero recalcar es la movilización que logró el grupo. El estadio estaba totalmente lleno y cada uno de los presentes pudimos experimentar esa sensación de cercanía al tocar que tanto genera Divididos. Si bien, por lo general, tocan en el teatro de flores (donde más recomiendo ir a verlos) era sabido que su objetivo era lograr esa tan especial intimidad que se genera en el teatro. Me pareció totalmente impresionante como la sensación de unión entre público y banda no fue afectada en ningún momento, ni siquiera cuando los invitados subían al escenario a darnos siempre un poco más de magia de la que esperábamos.
Esa revancha tan nombrada anteriormente, el espacio que le dieron a La Renga, los hermosos momentos de tranquilidad y lo bien logrado que estuvo ese recital, lograron que fuera una experiencia prácticamente perfecta e inolvidable.