Dualidades y paralelismos - Reseña Kamiya
Lo espectacular de los cuentos de Kamiya, no es solamente la forma de escribir, los escenarios reales que plantea o la perspectiva propia de una escritora nata. Son las dualidades que presenta lo que le da una extravagancia especial a cada uno de sus escritos.
En el cuento "Partir", la escritora se define a sí misma con el término half (mitad en inglés). Dice que se siente japonesa en Argentina y argentina en Japón, con las minúsculas para ella y las mayúsculas para el país. Este pequeño detalle gramatical no es simplemente un chiste para entendidos, implica mucho más. El hecho de escribirse a sí misma con minúsculas, implica que se pone en un escalón completamente diferente al de los residentes nacidos en los respectivos países. Si leemos el cuento desde su perspectiva, podemos encarnar la piel de una mujer que no es de ningún lugar y es de dos al mismo tiempo. Los escenarios tan cotidianos que plantea, se separan de lo común con pequeñeces que le dan un significado totalmente especial. Esta pequeñez es el origen.
Para cualquiera que no sea extranjero o hijo de inmigrantes, el concepto de origen no resulta tan remoto y distante para aquellos que lo son. En nuestras vidas cotidianas, no nos paramos a pensar de la nada de donde venimos. Simplemente, estamos acostumbrados a saber exactamente de donde venimos y en donde estamos parados. Yo imagino que no es el caso de las personas como Kamiya. Ella afirma que cuando viajó a Japón, pudo conocer más a su padre gracias a las cosas que lo diferenciaban de su esposa. Características tan lejanas a nosotros los argentinos, como la prolijidad, logran describir a un país entero.
Estas son las bellas dualidades que plantea la autora. Un simple escenario en donde la única diferencia es el origen de cada uno, logra darle una mística totalmente diferente a lo cotidiano. Son esos pequeños guiños a la cultura japonesa o esas crudas definiciones de los argentinos lo que hace que no puedas soltar los cuentos breves pero intensos de la escritora. Leyendo los cuentos de Kamiya, no puedo parar de pensar en el concepto del origen o la procedencia. Como dije anteriormente, el concepto de origen no es tan lejano para alguien nacido en el país en el que vive o para alguien que sabe absolutamente todo sobre su familia. Pero ¿qué pasa cuando hablamos de la hija de una cultura oriental totalmente diferente? Creo que la forma de escribir de Kamiya logra capturarnos en un proceso de conocimiento de una cultura que le resulta desconocida, pero no necesariamente ajena. "Kenta" es el nombre que recibe el bebé del cuento "Partir". Significa fuerza. Son estos pequeños detalles que nos comparte la autora de su vida privada lo que le da vitalidad al cuento.
Sin embargo, siempre que hay vitalidad, debe haber muerte. Alejandra no le hace asco a utilizar la muerte tanto de forma literal como metafórica. A lo largo de los cuentos, vemos que el concepto toma diferentes formas y significados. En el cuento "Tan breves como un trébol" leemos la historia de tres hombres que asisten a una yegua a parir. Los tres hombres tiran de las piernas del potrillo para que nazca, mientras la narradora del cuento se lleva a los niños presentes para que no vieran como la yegua moriría. Al cabo de un rato los niños se olvidan de la escena, pero la narradora no. Ella sigue pensando en la yegua y la muerte, mientras recuerda el nacimiento de su hijo. "La muerte es limpia" piensa mientras veía a la yegua luchar por su vida y su potrillo. Kamiya nos vuelve a presentar una dualidad, desgarradora, esta vez, entre la muerte de la yegua y su hijo, por un lado, y la vida del potrillo, por el otro.
La muerte en Japón se interpreta distinto. En occidente, vemos a la muerte como un escalón diferente a la vida. Un final triste y repentino que nos golpea. Sin embargo, en el mundo oriental, la muerte se interpreta como el final de un ciclo. No es necesariamente algo distinto a la vida, sino que funciona como una finalización para el círculo de la vida. "La muerte es limpia" pensó la narradora, mientras veía morir a la yegua. Limpio como sinónimo de simple y ordenado. Una prolijidad digna de un japonés. Sin embargo, esta no es la única vez que la escritora utiliza a la muerte en uno de sus libros. Si volvemos al cuento "Partir", leemos que la escritora dice que hay determinadas palabras que en su hogar tienen un significado diferente al que tienen afuera. Muerte, silencio, aceptar y dolor son solo algunas de ellas.
Hay un último paralelismo que encuentro fascinante en los cuentos de Kamiya. Como utiliza el campo y los caballos. Me fascina ver como una cultura tan gauchesca como lo es la nuestra, penetra tanto en nosotros mismos. La forma que tiene de utilizar los caballos y el campo en el cuento "Herencia", me parece emocionante. A veces siento que nuestra propia cultura campestre nos abandona, pero luego encuentro cuentos como estos y siento que revive la esperanza. La comparativa entre la muerte de la yegua en "Tan breves como un trébol" y la fuerza y potencia que nos da el caballo de "Herencia" me parece brillante.
En conclusión, recomiendo fuertemente los cuentos de esta maravillosa escritora, Alejandra Kamiya.
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