Paranoia Parálisis
Paranoia parálisis
Desperté. Me encontré a mí mismo sentado en la parte trasera del auto de mis padres. Estábamos parados en una especie de estación de servicio o parador. No recordaba que estuviésemos yendo a algún lugar de vacaciones ni haberme subido al auto de hecho. Con esa sensación de confusión inundando mi cabeza, quise preguntarle a alguien a dónde nos dirigíamos. Para mi sorpresa, nadie estaba en el auto conmigo. Toda mi familia había desaparecido.
Fue en ese momento cuando decidí bajarme del auto. Al intentarlo, pude sentir de repente todo el peso de mi cráneo apoyado en el respaldo del asiento. Todas y cada una de las partes de mi cuerpo pegadas al cuero del vehículo sin poder moverlas ni un centímetro. Estaba paralizado. Nada funcionaba, ninguna extremidad respondía y eso me volvía loco. La desesperación comenzó a recorrer mi esqueleto como un escalofrío interminable. Estaba aterrado. Me decidí a respirar hondo con el objetivo de calmar esa paranoia, pero mis pulmones estaban aplastados. Sentía como si un ente invisible me apretase el pecho para no dejarme respirar. No era una sensación a la que no estuviese acostumbrado, el hecho de ser asmático te prepara para ciertas situaciones, que por muy improbables que parezcan, pueden llegar a ocurrir. Sin embargo, esto era distinto. Comencé a hacer un racconto sobre las cosas que había hecho hasta llegar a esa situación. Nada me daba ninguna pista. Mi último recuerdo era el de irme a dormir la noche anterior preocupado por algo sin importancia. Eso me hizo perder la poca cordura que me quedaba.
Comencé a gritar, a estremecerme, a imaginar mil cosas innombrables y a balbucear palabras sin sentido por la paranoia que me abrazaba. Era un miedo diferente al que estaba acostumbrado. Una situación especial y definitivamente muy particular. Nunca me había sentido de esta forma. Tan desprotegido y vulnerable a la vez. Estaba solo. Alguien me había puesto en esa situación y probablemente moriría sin saber por qué aparecí en la parte trasera del auto de mis padres sin poder moverme. ¿Algún enemigo? ¿Alguien a quien lastimé?. Jamás lo sabría. Esos eran mis últimos momentos en este mundo y yo me preocupaba por cómo había llegado ahí. Iba a morir, de eso estaba seguro. Es obvio que ya sabían dónde estaba. Ellos me habían llevado allí. Solamente podía pensar en la muerte, en cómo iban a masacrar brutalmente mi cuerpo sin darme cuartel. Podía saborear la muerte, tenía un sabor amargo, casi metálico. Ya estaban ahí, al lado mío. Esa iba a ser mi muerte. Pero de pronto, desperté.
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